Ayer conocimos del fallecimiento de la maestra Haydeé Arteaga, y quiero compartir con los lectores está entrevista que me concedió cuando llegó a cien años.
Llegar
al siglo de existencia en plenas facultades es una bendición de la que
disfrutan más de mil cubanos a partir del cuidado que reciben en función de una mejor calidad de vida.
Ejemplo
de ello es Haydee Arteaga, (La Señora de los Cuentos) quien concedió
una especial entrevista para esta publicación haciendo galas de una excelente
memoria y, narradora al fin, de excepcionales dotes para la comunicación
Desde
muy niña comenzó por repetir los cuentos de su abuela, historias de
encantamientos y personajes imaginarios, a lo que luego sumó sus propias
invenciones, con las que entretenía a sus coetáneos en su natal Sagüa la
Grande.
El
cuento del “Güije” fue su primera
narración, con a penas cuatro años, luego de escucharlo durante mucho tiempo
y casi verlo salir de las aguas para
asustar a los habitantes en noches carentes de luna, historia que adaptó en más de una oportunidad para atraer
la atención de un singular auditorio.
El
sobrenombre de La Señora de los Cuentos
la acompaña desde hace más de una década cuando de camino a la provincia española de Canillejas a cumplir
con un compromiso de trabajo descubrió carteles que anunciaban a alguien con
ese seudónimo, sin imaginar que se trataba de ella misma.
“…cuando
llegué al destino había una biblioteca donde debía narrar cuentos para niños y
luego darles una charla a padres y maestros sobre el arte de contar. Ahí fue
cuando me enteré de que era yo La Señora
de los Cuentos, al ser recibida como tal con una fuerte ovación…”, recordó.
Escudriñando
en las características personales de Haydee Arteaga supimos que es una cubana
bailadora, apasionada del danzón, amante de la verdad y de que se valore todo
lo que se hace en bien de la humanidad.
“Me
gustan mucho los conciertos de la Sinfónica y amo las cosas bien hechas, yo era
una gran bailadora de danzón y en más de una ocasión en el extranjero tuve que
enseñar a bailarlo como lo aprendí.
He
llegado a los cien años viviendo, sin coger mucha “lucha” y con un objetivo
específico, nunca me tracé más de una meta a la vez y eso me dio excelentes resultados…”
Sabias
palabras para la nueva generación de narradores orales fueron escuchadas por
los presentes: “les recomiendo que disfruten de ese arte, lo vivan y sientan
cada una de las historias que cuenten,
que no lo hagan por imitar y que no finjan”
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