A mediados de la década del 50 del pasado siglo, la Asamblea General
de la ONU recomendó que se instituyera en
todos los países un Día Universal de la Infancia, que se consagraría a la fraternidad y a
la comprensión entre los niños y las niñas del mundo entero y se destinaría a
actividades propias para promover el bienestar de los niños y niñas del mundo.
Desde 1982 la
humanidad decidió dedicar el primero de junio a la infancia, aunque sería mejor
que también lo hiciera los 364 días restantes de cada año, cuando se sabe que más
de 600 millones de infantes en el mundo viven en la pobreza; millonaria cifra
de pequeños de entre cinco y 14 años
trabajan en países del Tercer Mundo; no reciben educación o padecen lesiones
limitantes causadas por las guerras o conflictos armados.
Bien diferente es
la situación de los niños cubanos, quienes disfrutan de sabida protección desde
mucho antes de nacer, atención educativa y de salud que se materializa en el
programa Educa a tu hijo, y en los Círculos Infantiles, hecho que es reconocido
a nivel planetario.
El proyecto
social por el que apostó este pueblo con la victoria del 1 de enero de 1959, cuenta en la actualidad con cerca de 25 mil
promotores, más de 80 mil educadores y con el apoyo de varias instituciones
sociales y gubernamentales.
Pero la felicidad
de nacer en esta Isla del Caribe la expresa Maciel Moya Martínez, una pequeña
de 7 años que con sus palabras expresó sentirse segura en esta Isla por la
protección que recibe, los derechos que tienen los de su generación y las
posibilidades que para los más chicos se abren desde esta sociedad, imperfecta pero
diseñada con todos y para el bien de todos, según dijera José Martí
Los datos no
mienten y los padres no nos dejarán hacerlo. Aquí está para amigos y
detractores, la verdad, sobre los hijos de una nación que inscribió
en sus banderas para siempre al ser humano como lo primero y más importante.
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