El complejo de la rumba es una manifestación muy bien definida y estructurada que está presente en el panorama sonoro nacional aportando de manera significativa a la identidad de la nación cubana.
En fecha reciente fue reconocida esta modalidad como patrimonio cultural cubano, justo halago a uno de los géneros de mayor arraigo popular en la isla caribeña, teniendo en cuenta la trascendencia histórica que ha tenido como elemento que identifica a los que habitan esta tierra.
El Yambú, la Columbia y el Guaguancó conforman el ciclo de la rumba, una de las manifestaciones musicales de mayor prestigio folclórico y popular, que se extiende hacia otras naciones con una célula rítmica fundamental de procedencia africana, compuesta por toques, cantos, bailes y pantomima.
Sus principales protagonistas fueron los negros libres y sus descendientes, pertenecientes a distintas étnicas africanas como la lucumí, ganga, arará y quizás la más significativa de todas: la gangá-bantú. De ellas se tienen referencias históricas asociadas a esta música bailada desde los siglos XVIII y XIX en sitios como barracones, dotaciones, en los campos y zonas suburbanas como bateyes y caseríos cercanos a los ingenios o fábricas de azúcar.
La instrumentación para la rumba incluye tres tumbadoras (tambor inventado en Cuba que, a diferencia de los africanos, tiene llaves; se puede afinar, y escribir partituras). Dos de los tambores, (la tumbadora prima y el segundo o tres), marcan el ritmo básico; la tercera tumbadora llamada "quinto", (que se afina más alto), da los golpes improvisados, los floreos dirigidos a los bailarines.
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