Foto: Jorge Luís Sánchez Rivera |
“Me siento
feliz con mi manera de entregar el arte”
Reencontrar
un amigo luego de algunos años es algo emocionante, arriban los recuerdos, y la
alegría hace presa en quienes no cesan de hablar tratando de actualizarse sobre
los principales acontecimientos.
Pero
cuando el amigo encontrado es alguien quien, además de un corazón, tiene manos
de oro, entonces las emociones se redoblan y fue justamente lo que experimenté al acudir a una cita
concertada con el escultor Andrés González González, alguien a quien admiro y
respeto por muchas razones.
Su
calidad humana, la sinceridad, la nobleza de sus actos y lo excepcional de su
arte son sólo algunos de los atributos que adornan su personalidad.
La
inclinación por la escultura surgió en el pinareño desde a penas diez años de
edad, según confesó a la vez que agradeció las oportunidades que le abrió un
Instructor de Arte llegado a su natal poblado de La Palma, quien lo introdujo en
el mundo del arte hasta graduarse como Escultor en la extinta Unión Soviética.
¿Cuál fue la primera
escultura que hiciste?
Mientras
estudiaba hice muchas obras, pero mi primera creación como profesional fue la
escultura del dios Neptuno ubicada a la entrada de los hoteles Neptuno y Tritón
en La Habana.
¿Tienes la cuenta del
total de obras que has creado desde entonces?
Foto: Jorge Luís Sánchez Rivera |
Realmente
no tengo la cuenta de todo lo que he hecho, aunque está registrado por escrito,
la vorágine del trabajo y del día a día no me permite contabilizarlas, pero
cuando tengo necesidad de hacerlo me asombro de tanta creación, solamente de
Martí tengo más de cuarenta, los monumentos de Eloy Alfaro y Omar Torrijos en
la capitalina Avenida de los Presidentes y muchos otros en Cuba y varias
ciudades del continente (Brasil, República Dominicana, Ecuador, ,Guatemala) y
otras Islas del Caribe.
¿Podemos hablar de un
antes y un después en la obra de Andrés Gonzáles, luego de la escultura de José
Martí ubicada en la Tribuna Antiimperialista?
Foto: Jorge Luís Sánchez Rivera |
Eso
es inevitable no solo para mí, sino para el pueblo cubano por el momento tan
especial que representó en la historia de esta Isla: había un niño cubano
secuestrado en los Estados Unidos, el país atravesaba por una de sus peores
etapas de crisis económica (período especial) y esos hechos impactaron.
De
la historia de Cuba no se pueden separar las grandes concentraciones en reclamo
del regreso del pequeño Elián, marchas y manifestaciones que expresaron el
deseo de todo un pueblo.
Eso
me motivó de tal manera que me entregué totalmente a esa escultura, el trabajo
me impactó e imaginé a Martí en esas
circunstancias, por lo que traté de crear a un hombre viril y lleno de fuerzas,
a un Martí enérgico como en los libros, al que le di el toque poético de un
niño que se siente tranquilo y seguro en los brazos de su salvador y por
supuesto Martí está acusando al Imperialismo.
¿Cuál de todas tus obras
te ha proporcionado mayores alegrías?
Foto: Jorge Luís Sánchez Rivera |
Todas
me proporcionan alegrías, pero hay algunas que son inevitables recordar de
manera especial, por ejemplo el monumento hecho de Celia Sánchez en Coppelia,
por estar dedicado a una mujer cubana muy especial. El monumento que está
erigido en la Ciudad
a mitad del mundo, ese es a José Martí, en un lugar tan simbólico donde él
llama a la unidad de nuestros pueblos.
Un
hecho que actualiza el pensamiento martiano y lo pone más en consonancia con lo
que acaba de suceder en la II Cumbre de la CELAC (Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños), en materia de integración de los pueblos. En ese
lugar se construye en estos momentos el edificio de UNASUR, por lo que el
monumento gana mayor protagonismo.
Otro
ejemplo está en la escultura habanera de Omar Torrijos, alguien a quien el
pueblo cubano quiso y siguió en su lucha por la devolución del Canal de Panamá,
igual de especial es el de Eloy Alfaro (también en la Avenida de los
Presidentes), monumento muy simbólico porque fue un hombre muy amigo de Maceo,
de José Martí, que apoyó la lucha independentista cubana, por lo que esta obra
es un gesto de internacionalismo.
Especial
es también el trabajo hecho del Ché y ubicado frente al Palacio de Gobierno
de Brasil y muy especial es la
última que ubicamos en Guatemala
dedicado al Héroe Nacional Cubano, esa se erige sobre un pedestal considerado
Patrimonio Nacional por haberlo hecho uno de los mejores arquitectos de esa
nación.
Ese
Martí llegó a ser un monumento de diez
metros de altura y transmite la personalidad de un hombre enamorado, en el que
imaginé que hubiese querido volver a Guatemala y quizá depositar una rosa en la
tumba de “La niña…” en muestra de un amor que reflejó en uno de sus más
hermosos poemas.
Hace unos días los
Presidentes asistentes a la II Cumbre de la CELAC inauguraron un
monumento tuyo al Comandante Hugo Chávez, en San Carlos de la Cabaña.
La
historia de esta obra comienza unos días después del fallecimiento del
Comandante Chávez, cuando surgió la idea de erigir un monumento que lo
eternizara en el Pico Caracas de la Sierra Maestra, lugar donde hacía seis años se
había ubicado un busto a Simón Bolívar.
Hasta
el lugar subimos una gran delegación a la que se sumaron Edgardo Ramírez (Ex
Embajador de Venezuela en Cuba), el soldado que salvó a Chávez y el Héroe
cubano René González, quienes contribuyeron con la conformación de esa acción
plástica que no pertenece solamente a mi, sino a todos los que llegaron hasta
allá en esa oportunidad.
En
aquel momento la emoción hizo presa de todos los presentes, lágrimas en los
ojos y sentimientos disímiles eran evidentes en aquel grupo de admiradores del
mejor amigo de Cuba, significativo fue el hecho de que hacía dos días que el
sol no salía en el lugar, y justamente cuando estábamos develando la escultura
el astro rey se dejó ver por un momento, quizá para saludar también a tan gran
hombre.
Ese
mismo trabajo es el que quedó instaurado en La Cabaña, es una réplica de
lo que está en la Sierra Maestra,
a solicitud de los venezolanos que construyeron un museo a Chávez en esa zona
habanera.
¿Qué trabajo haces
ahora?
Foto: Jorge Luís Sánchez Rivera |
Estoy
enfrascado en una escultura que se colocará en la Escuela Ínter armas de
Santiago de Cuba, es un monumento grande, un
José Maceo a caballo y en simbolismo de su conocido carácter como
guerrero, que estará en relación con el arte ya que él iba a la guerra con una
Banda de Música.
Además
doy los toques finales a un busto de Oliver Tambo, dirigente sudafricano, que
será ubicado en un parque habanero donde existen imágenes de figuras descollantes
de la política de ese continente.
Tengo
otros proyectos, por ejemplo, una escultura a Chávez en Haití, lugar donde los
venezolanos construyen un aeropuerto que se llamará Hugo Chávez Frías, porque
él fue el primero en llegar a esa nación Caribeña luego del terremoto.
¿Cómo te preparas para
hacer una obra escultórica?
Foto: Jorge Luís Sánchez Rivera |
Es
imprescindible documentarse y leer mucho sobre la figura a esculpir, es
necesario conocerlo bien desde el punto de vista humano para darle una
expresión real según el momento y la intensión.
En
una obra de arte es obligatoria la belleza, pero no se puede obviar la
expresividad, esos son dos atributos insoslayables para que la obra transmita
sentimientos, lo que no quiere decir que todos los trabajaos tengan que ser
realistas, pero si tienen que llegar a
las personas.
Es
imposible hacer una obra sin contextualizarla, desconociendo sus interioridades
y el lugar donde estará ubicado, porque de lo contrario se convierte en una
pieza fría que no transmite sentimiento alguno.
Un
ejemplo lo constituye el monumento a la Defensa Civil ubicado en el
municipio Regla, trabajo al que contribuyeron los dirigentes y trabajadores de
ese sector, por lo que la sensación que transmite es de colectividad.
En
esa obra se reflejan todas las fuerzas de la naturaleza, en sus expresiones más
agresivas, pero a su vez está representada la solidaridad humana como expresión
de la lucha del pueblo para evitar los desastres de esas mortales fuerzas.
¿Tiene Andrés González
Gonzáles alguna proyección de trabajo para la formación de nuevas generaciones
de escultores?
Me
encantaría, quise en un momento impartir clases, pero se me hace difícil por la
cantidad de trabajo que tengo, pero he atendido expectativas de estudiantes de
San Alejandro (Academia de Bellas Artes), que han llegado hasta este lugar con
inquietudes sobre las técnicas clásicas.
Me
gustaría mucho trabajar con gente jóven y emprender proyectos interesantes. A
esa generación que está llegando les sugiero que se entreguen, que sean fieles
y que además estudien mucho, que el buen artista se preocupa por lo que hace y
por lo que transmite sin vanidades.
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