El cantante puertorriqueño Gilberto
Santa Rosa ofreció dos conciertos en Cuba a modo de celebración por
sus cuatro décadas consagrado a la música, presentaciones que estuvieron pletóricos
de música cubana, la misma que tantas satisfacciones le ha aportado a él y a
muchos otros grandes del pentagrama internacional.
El Festival Josone Jazz & Son fue el pretexto
que finalmente trajo a la Isla al Caballero
de la Salsa, quien además inundó el Malecón habanero con extensos conciertos de aproximadamente dos
horas ininterrumpidas que hicieron vibra a un ferviente público que en número
de miles aguardó por su llegada tras largas esperas, para satisfacer una
expectativa: tener en casa a uno de sus ídolos.
Visiblemente contento el
boricua devolvió a la multitud congregada en ambos espacios un repertorio muy
cercano para los de Cuba, con composiciones de Pablo Milanés, Adalberto Álvarez,
Tony Ávila y Polo Montañez, por solo citar algunos, y al que sumó otras
composiciones que han acompañado a generaciones, cual banda sonora de sus
existencias.
En muestra de respeto y
profesionaliza el salsero romántico se sobrepuso a no pocas dificultades con el
sonido, (sobre todo en su presentación de Varadero) para compartir emociones expresadas en una
veintena de temas entre los que no faltaron los icónicos Un montón de estrellas, Comienzo y final de una verde mañana, Déjate
querer. Vino tinto y Títere.
Una clase magistral de
delicadeza, caballerosidad y buen gusto fueron ambos conciertos qué por demás, ponderaron la música que por décadas
ha sido el principal símbolo de identidad de esta nación en el mundo, justo en tiempos
en que algunos apuestan por su obsolescencia y se refugian en sonoridades
foráneas, so pretexto de una "modernidad" en la que se fusiona mucho,
pero que en la mayoría de los casos no suena a nada.
Mis respetos para Isaac Delgado
por la idea del Festival Josone Jazz & Son, iniciativa que
pretende dar más visibilidad a lo que en materia musical se hace en Cuba, por
eso en la primera edición estuvo presente la Rumba, el Jazz, la Salsa y el Son,
todo un abanico de excelentes propuestas a las que se sumó Gilberto Santa Rosa,
Álvaro Torres y José Alberto " El Canario", quienes reconocen en la
música cubana una fortaleza para la región.
Ellos bailaron en la casa
del trompo y lo hicieron muy bien, de seguro habrá más encuentros como este en
los que el denominador sea el sonido de Cuba, esperemos que los jóvenes de aquí
tengan la inteligencia necesaria para apegarse más a las raíces, para evitar que
no pase como con el Danzón o el Bolero, géneros cubanos que ahora ven disputada
su paternidad.
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