Entrevista a Alexia Miranda, artista salvadoreña
Las artes plásticas y visuales de Cuba y el
mundo son, por estos días, el centro de atención para artistas y público que
desde varias latitudes llegan a la capital cubana para celebrar los 500 años de
la Villa San Cristóbal de La Habana, con la XIII Bienal de La Habana, una
fiesta que revoluciona espacios públicos con intervenciones que cambian la
imagen de la ciudad.
Desde el Salvador llegó por
primera vez a esta cita Alexia Miranda,
una artista que trae una interesante
propuesta que ocupa el patio central del Centro de Arte Contemporáneo Wifredo
Lam (Calle San Ignacio 22 esq. Empedrado. Plaza de la Catedral. La Habana
Vieja), sobre la que nos comentó en exclusiva.
¿Qué la motivó a venir a la cita habanera?
La Bienal de La Habana
tiene una gran trayectoria en el mundo de las artes contemporáneas y visuales,
ha logrado un gran renombre que atrae a cualquier artista.
Aceptar y venir a la
Bienal, además de ser invitado lo considero como un reto aceptado, lo que
implica dialogar con el contexto de esta ciudad, Cuba y el espacio, las
dificultades que se manifiestan, lo que de conjunto detona en los artistas
situaciones en que la creatividad debe crecerse en puntos de crisis en que se
exige mayor ingenio para resolver la obra.
Coméntenos sobre la obra que trajo a la Bienal
Es una pieza que se titula
Tejido colectivo: Las Medusas, es un
tejido que comencé a realizar en El Salvador en el año 2011, tratando de sanar
los espacios públicos.
Tejo con gaza estéril, la
misma con que se curan las heridas en los hospitales. Y lo hago a partir de la
realidad de mi país, que es bastante complicado a nivel político y social, ha
enfrentado varios años de guerra civil y procesos relacionados con Maras
(pandillas), postguerras, por lo que nuestros espacios públicos no nos pertenecen,
son de los maleantes agrupados en las Maras.
Por esta realidad el pueblo
se ha acostumbrado a vivir hacia adentro, detrás del alambre, del portón, lo
que ha hecho que las personas no sean muy participativas, aunque desde hace
poco se percibe la necesidad de la población de salir a las calles.
¿Cómo surgió la idea de esta obra?
Empezó como una actividad lúdica,
motivada por llevar el arte a la gente, sacarla a la calle y que las personas
asumieran el protagonismo de ser agente artístico y se empoderaran
convirtiéndose en artistas.
¿Cuáles fueron sus objetivos iniciales?
Crear las condiciones
metodológicas y conceptuales para que la gente común participara de actividades
extraordinarias, en su cotidianidad y junto a personas por las que sienten
afecto, lo que propiciaría que se dieran cuenta de que el arte yambién puede
ser una forma de entablar nuevos códigos de relación a través del intercambio.
Por eso se teje en
colectivo y en círculos, buscando la democracia y la conectividad entre los
participantes. Aquí hemos trabajado junto a jóvenes estudiantes de artes
plásticas, con mujeres de avanzada edad, con personal de este centro de arte y
con otros artistas del mundo que se han sumado.
La pieza está concebida
para que las personas participen y propongamos un patrón de conjunto, lo que se
negocia en la búsqueda de un ritmo en el que todos se sientan comprometidos en
una obra que simula estar dibujando en el aire.
¿Por qué Las Medusas?
En alegoría a la pieza de
Théodore Géricault (1819) "El naufragio de la medusa, en la que la
autoridades abandonan la balsa y la gente se queda sola.
Para mí ese es un factor
importante de mencionar, ya que somos los ciudadanos los que hacemos la acción
participativa, quienes estamos presentes haciendo nuestro tejido y añadiendo un
punto en él, pero dónde queda la jerarquía.
En todos los países
considero que se vive esa sensación de ausencia ante la interrogante de dónde
está el contenedor del "todo", y he querido dar otro matiz y otra
lectura a esa realidad, expresada a través del tejido.
¿Cuáles son sus expectativas con esta obra y el público que la visite en
la Bienal?
El día de inauguración el
público también estará participando en la terminación den parte de la pieza que
hemos dejado incompleta, con ese propósito.
No vengo con una expectativa
concreta, sólo quiero mostrar lo mejor de mí con mi trabajo.
Este ha sido una linda
experiencia en la que hemos conocido a otras personas, sus historias y
vivencias, con lo que se he cumplido parte de la obra.
Esta es la segunda ocasión
en que Alexia Miranda está en La Habana, la primera vez fue en 2006, cuando luego
de un premio obtenido en El Salvador lo representó en el Salón de Arte Digital
que para ese año convocó el Centro Pablo de la Torriente Brau.
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