Dedicado a reverenciar la obra interpretativa de Merceditas Valdés, la casa discográfica EGREM presentó oficialmente el volumen Con permiso Ashé, protagonizado por la cantante cubana Zunilda Remigio.
Entre los lujos del fonograma destacan las notas de Miguel Barnet, intelectual de reconocido prestigio y conocedor excepcional de las expresiones de la cultura popular-tracidional cubana, defendida por quien feura bautizada por Don Fernando Ortíz como La pequeña Ashé, otro elemento que engalana la producción discográfica es la presencia del maestro Joaquín Betancourt en más de uno de los apartados de la realización fonográfica; productor, director musical y arreglista, elementos que aportan valores agregados a la producción.
La manera de defender la música cubana de Zunilda Remigio aporta matices particulares y novedosos a temas popularizados por Valdés, en géneros como el afrocubano, campesinos o rezos espirituales, este último poco conocido por el público, quien la identificaba, fundamentalmente en la ejecución de temas más cercanos a la raíz yoruba.
Vale destacar la osadía de Zunilda Remigio al aproximarse a un estilo tan único y peculiar como el que caracterizaba a quien fuera uno de los íconos de la música cubana, atrevimiento que en mi criterio ha cumplido con sus propósitos, lo que puede ser valorado por quienes disfruten del volumen que ya está a disposición del público en las principales plataformas digitales para la comercialización de la música y en la cubana Sandunga.
Esta no es la primera vez que Zunilda se acerca a grandes divas de la canción cubana, en 2005, con el volumen Es que soy yo recordó la obra de la carismática Elena Burke.
Precedido por Solo para variar, de producciones Unicornio, Con permiso Ashé muestra las posibilidades vocales de Remigio, al tiempo que la exhibe desdoblándose en géneros que el público poco conocía en su repertorio.
Para alcanzar el propósito del fonograma la intérprete se hizo acompañar de excelentes instrumentistas como Yaroldis Abreu, Frank Ernesto Fernández, Rolando Luna, Pancho Amat y Harold Merino, entre otros prestigiosos instrumentistas cubanos, quienes han puesto su talento en esta necesaria muestra de lealtad a la primera mujer cubana que grabó, en un estudio, música dedicada a las deidades del panteón yoruba
Una descena de títulos eternizados en la voz y el estilo peculiar de Merceditas Valdés, quedaron recogidos en este volumen con un sello diferente, caracterizado por la interpretación de Zunilda y aderezados con sonoridades de este siglo, en el que dialogan lo acústico y lo electrónico: Drume negrita, Oshún, Lacho, Yambambó y Miénteme, son solo algunos.
La selección de los temas respondió al interés de traer a la contemporaneidad las expresiones más raigales de la música popular cubana, desde una mirada en retrospectiva a sus riquezas y complejidades.
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