"Reconozco
buena salud en la literatura cubana de hoy,
sobre la
cual creo que hay quien juzga sin haberse leído lo que se escribe en Cuba"
Las
manifestaciones de la creación artística, como expresión de las naciones, no
pueden quedar al margen del paso de los tiempos y las transformaciones que
naturalmente suceden, y la literatura no escapa a esa necesidad.
Con
Zuleika Romay, Presidenta del Instituto Cubano del Libro conversamos para
conocer de los derroteros y retos que afrontan las letras cubanas en la
actualidad.
Periodista (P): Por estos días han estado sucediendo
un grupo de premiaciones a diferentes aristas de la literatura, en qué condiciones
está actualmente el libro cubano en Cuba tiene, afortunadamente, mucho
reconocimiento social, no solo por ser un producto cultural de fácil acceso
para la población, sino porque realmente en una población con altos niveles de
escolarización, el libro y la lectura representan la posibilidad no solo de
poseer conocimientos, sino de compartirlos y acrecentarlos constantemente.
En
los últimos años, el libro ha ido incorporando el formato digital, hay una
evidente mejor preparación de los más jóvenes para leer en este soporte, y creo
que la industria editorial cubana se ha quedado un tanto rezagada con relación
a la práctica social.
Hoy
seguimos muy centrados en el libro en soporte de papel, pero no hemos
desarrollado estrategias productivas para el libro digital, lo suficientemente
amplias y sobre todo en un tiempo que se corresponda con lo que está ocurriendo
con relación a los hábitos de lectura.
Hay
un reto productivo que es mantener la producción en los dos soportes que los
lectores prefieren, a partir de sus habilidades y grupos de edades y la
producción nuestra tiene que tener en cuenta esa realidad, la diversidad de la
población que cada vez es más perceptible y que no solo se expresa en la
identidad de género, de rangos de edades, o racial; sino que tiene que ver,
incluso con los estilos de vida, con las metas de vida y los intereses.
La
cubana es una sociedad sumamente diversa a la cual la industria editorial tiene
que reconocer en toda su amplitud y producir un libro con un espectro temático,
de género, de diseños, que tengan en cuenta las características de esa
población diversa.
Por
los demás, creo que en medio de la realidad mundial donde las estadísticas de
lecturas de libro cada vez decaen más, en Cuba el movimiento es más lento,
aunque es una realidad que se lee menos que en los años ochenta, no solo que
hay menos personas que leen, incluso los que lo hacen leen menos, en términos
cuantitativos y cualitativos, relacionados con las exigencias del texto.
Se
hacen esfuerzos importantes para promover, la poesía, por ejemplo, por ser un
género de lectura difícil, no en términos sintácticos ni lexicales, pero si en
la interpretación.
El
lector de poesía es una persona con un universo espiritual crecido, con una
relación más íntima con el lenguaje, pero más complicada que el que lee novelas
policiales, y el hecho de que hayan decrecido las producciones de textos
poéticos demuestra que hay que redoblar el trabajo.
Esto
no solo tiene que ver con cuestiones afines con la cultura, sino además está
estrechamente relacionado con varias de las críticas que sobre el
funcionamiento de la sociedad y el comportamiento social hiciera el Presidente
cubano en la última sesión de la Asamblea
Nacional del Poder Popular.
El
tipo de persona que se describe en el análisis, es la misma que puede estar
todos los días de un año sin sentir la necesidad espiritual de leer un poema.
Hablamos de problemas que trascienden al libro y la literatura, pero que nos
tenemos que ocupar desde el libro y la literatura.
P: ¿Cómo valora la presencia de jóvenes
escritores en el panorama editorial cubano?
Z R: En Cuba hay, como en cualquier otro
país, diferencias muy perceptibles en la creación literaria de los más jóvenes
con respecto a las generaciones precedentes. Los escritores noveles de la Isla constituyen una
generación más interconectada con el mundo que la generación de los 50, que
fueron los que inauguraron la política editorial de la Revolución.
La
gente más joven que está escribiendo hoy, con memos de 35 años y que está
integrando la Asociación Hermanos
Saíz, tiene mucho más parecido a jóvenes de su tiempo en otros países que a la
generación que los antecedió en Cuba, esta es una realidad que se expresa en
los temas, en los estilos, en el uso del lenguaje, e incluso en la visión de la
función de la literatura y el escritor, lo que genera, por supuesto,
diferencias, polémicas, apreciaciones distintas.
No
comparto las visiones de que no volvamos a tener un Alejo Carpentier, un
Nicolás Gullén, un José Lezama Lima, o un Virgilio Piñera, creo que si los
tenemos y los tendremos en cuanto al carácter innovado y la ruptura y a su vez
continuidad que la obra signifique, lo que pasa es que hay que entender que
como escritores los citados son irrepetibles, porque en la medida que cambian
los tiempos, todo lo demás cambia.
En
el mundo de hoy, no creo que esos escritores de renombre estarían entre los más
conocidos, porque hoy en el mundo muchas veces los más conocidos no son los
mejores, sino los que más venden.
Reconozco
buena salud en la literatura cubana de hoy, sobre la cual creo que hay quien
juzga sin haberse leído lo que se escribe en Cuba. Veo un afán de introversión
y de mirada hacia lo interno, no del autor sino del propio ser humano, que no
ha estado tan presente en momentos anteriores de la literatura nacional.
Identifico,
además, un nivel de interpretación en el
uso del lenguaje que creo a tono con los tiempos, e identifico, sobre todo,
grandes esfuerzos de los autores más jóvenes, de promover su obra usando las tecnologías
digitales.
Creo
que la literatura joven cubana tiene que ser mejor promovida
internacionalmente, creo que tenemos que acudir más a los libros de formato
digital, a las grandes pasarelas y tiendas virtuales, los espacios de promoción
que hay en red.
Una
realidad es el hecho de las grandes desventajas que hay para el trabajo
editorial cubano, no solo tecnológica, sino muy relacionadas con los múltiples
bloqueos que hay contra esta Isla, y que no son organizados desde un solo país.
Hoy
Cuba es percibida con suspicacia, con prevención y prejuicios desde muchos
lugares, negocios transnacionalizados y
élites editoriales del llamado primer mundo y está claro que un escritor
cubano, muchas veces, para ser aceptado a ese nivel tiene que cumplir con
determinadas “recetas”, que tienen que ver con los temas, la forma de escribir,
su posición política y los políticos, con sus ideologías, con las evaluaciones
de las experiencias socialistas del siglo XX , con la manera de escarbar y
reflejar los problemas que tiene hoy la
sociedad cubana.
Hay
gente que escribe grandes libros, pero
no se ajustan a las “recetas” y por tanto no están en los catálogos de las
grandes transnacionales del libro, porque la actividad editorial está también
organizada como un gran negocio, como lo están casi todos los productos y los
servicios culturales de este mundo.
El
interés en hacer visibles y promover la obra de los más jóvenes, es una
vocación que existe en el Instituto Cubano del Libro, el sistema de ediciones
territoriales (Rizo), ha contribuido en gran medida a que no existan jóvenes
talentos de la literatura que permanezcan inéditos.
Para
constatar la salud que tiene la literatura jóven cubana, como ha ido bajando el
promedio de edad de los principales premios literarios del país (Premios
Carpentier, Guillén, Julio Cortazar), en ellos están presentes muchos
escritores menores de cuarenta años.
Por
tanto, hay que apostar por esa joven literatura y ayudar a que se visualice y
se promueva nacional e internacionalmente.
P: Recientemente concluyó el Segundo
Congreso de la Asociación Hermanos
Saíz, un evento que se caracterizó por un fuerte y profundo análisis de la
cultura cubana de hoy, donde la banalidad ha ido ganado espacio, escapa a eso
el libro cubano.
Z R: Creo que no, en un sentido esencial,
en lo que tiene que ver con el contenido.
No
creo que hayan muchas editoriales en Cuba que estén aceptando libros con temas
banales, sobre boberías, lo que si creo es que en ocasiones hemos publicado
libros que son prescindibles, historias narradas de manera similar, que son
historias mal contadas, libros mal construidos, porque son libros que están
“verdes”.
Hoy
una de las cosas que pasan es que la tendencia de las editoriales y los
críticos, e incluso de la propia prensa especializada, a ponderara a un
escritor a partir de la cantidad de libros que ha escrito. y no a partir de la calidad de los libros que
ha escrito.
Hoy
nadie quiere ser Juan Rulfo, ni emular su ejemplo, entonces hoy en ocasiones se
encuentran autores que tiene 35 años y ha publicado siete libros y cuando nos
detenemos en tres o cuatro de ellos, saltan a la vista faltas en su
terminación, son buenos temas, bien escritos, pero no están “maduros”.
Esa
crítica de la
Asociación Hermanos Saíz, en el ámbito de la literatura hay
que verla como una exhortación a hacer mejor selección de los libros que
hacemos, a exigirles a los autores que trabajen bien los libros y hacer, en el
terreno técnico de la edición, una buena labor, porque también algunas de las
editoriales aún publican libros con gran cantidad de erratas que resulta
inaceptable.
La
crítica a la banalidad y la superficialidad, la asocio más a la manera de
trabajar los libros, que al propio contenido, porque no me parece que estemos
publicando boberías, pero si libros que pueden ser mejorados.
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