miércoles, 30 de octubre de 2013

Los nuevos tiempos y la literatura cubana




Entrevista a Zuleika Romay, Presidenta del Instituto Cubano del Libro

"Reconozco buena salud en la literatura cubana de hoy,
sobre la cual creo que hay quien juzga sin haberse leído lo que se escribe en Cuba"

Las manifestaciones de la creación artística, como expresión de las naciones, no pueden quedar al margen del paso de los tiempos y las transformaciones que naturalmente suceden, y la literatura no escapa a esa necesidad.

Con Zuleika Romay, Presidenta del Instituto Cubano del Libro conversamos para conocer de los derroteros y retos que afrontan las letras cubanas en la actualidad.

Periodista (P): Por estos días han estado sucediendo un grupo de premiaciones a diferentes aristas de la literatura, en qué condiciones está actualmente el libro cubano en Cuba tiene, afortunadamente, mucho reconocimiento social, no solo por ser un producto cultural de fácil acceso para la población, sino porque realmente en una población con altos niveles de escolarización, el libro y la lectura representan la posibilidad no solo de poseer conocimientos, sino de compartirlos y acrecentarlos constantemente.

En los últimos años, el libro ha ido incorporando el formato digital, hay una evidente mejor preparación de los más jóvenes para leer en este soporte, y creo que la industria editorial cubana se ha quedado un tanto rezagada con relación a la práctica social.

Hoy seguimos muy centrados en el libro en soporte de papel, pero no hemos desarrollado estrategias productivas para el libro digital, lo suficientemente amplias y sobre todo en un tiempo que se corresponda con lo que está ocurriendo con relación a los hábitos de lectura.

Hay un reto productivo que es mantener la producción en los dos soportes que los lectores prefieren, a partir de sus habilidades y grupos de edades y la producción nuestra tiene que tener en cuenta esa realidad, la diversidad de la población que cada vez es más perceptible y que no solo se expresa en la identidad de género, de rangos de edades, o racial; sino que tiene que ver, incluso con los estilos de vida, con las metas de vida y los intereses.

La cubana es una sociedad sumamente diversa a la cual la industria editorial tiene que reconocer en toda su amplitud y producir un libro con un espectro temático, de género, de diseños, que tengan en cuenta las características de esa población diversa.

Por los demás, creo que en medio de la realidad mundial donde las estadísticas de lecturas de libro cada vez decaen más, en Cuba el movimiento es más lento, aunque es una realidad que se lee menos que en los años ochenta, no solo que hay menos personas que leen, incluso los que lo hacen leen menos, en términos cuantitativos y cualitativos, relacionados con las exigencias del texto.


Se hacen esfuerzos importantes para promover, la poesía, por ejemplo, por ser un género de lectura difícil, no en términos sintácticos ni lexicales, pero si en la interpretación.

El lector de poesía es una persona con un universo espiritual crecido, con una relación más íntima con el lenguaje, pero más complicada que el que lee novelas policiales, y el hecho de que hayan decrecido las producciones de textos poéticos demuestra que hay que redoblar el trabajo.

Esto no solo tiene que ver con cuestiones afines con la cultura, sino además está estrechamente relacionado con varias de las críticas que sobre el funcionamiento de la sociedad y el comportamiento social hiciera el Presidente cubano en la última sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular.

El tipo de persona que se describe en el análisis, es la misma que puede estar todos los días de un año sin sentir la necesidad espiritual de leer un poema. Hablamos de problemas que trascienden al libro y la literatura, pero que nos tenemos que ocupar desde el libro y la literatura.

P: ¿Cómo valora la presencia de jóvenes escritores en el panorama editorial cubano?

Z R: En Cuba hay, como en cualquier otro país, diferencias muy perceptibles en la creación literaria de los más jóvenes con respecto a las generaciones precedentes. Los escritores noveles de la Isla constituyen una generación más interconectada con el mundo que la generación de los 50, que fueron los que inauguraron la política editorial de la Revolución.

La gente más joven que está escribiendo hoy, con memos de 35 años y que está integrando la Asociación Hermanos Saíz, tiene mucho más parecido a jóvenes de su tiempo en otros países que a la generación que los antecedió en Cuba, esta es una realidad que se expresa en los temas, en los estilos, en el uso del lenguaje, e incluso en la visión de la función de la literatura y el escritor, lo que genera, por supuesto, diferencias, polémicas, apreciaciones distintas.

No comparto las visiones de que no volvamos a tener un Alejo Carpentier, un Nicolás Gullén, un José Lezama Lima, o un Virgilio Piñera, creo que si los tenemos y los tendremos en cuanto al carácter innovado y la ruptura y a su vez continuidad que la obra signifique, lo que pasa es que hay que entender que como escritores los citados son irrepetibles, porque en la medida que cambian los tiempos, todo lo demás cambia.

En el mundo de hoy, no creo que esos escritores de renombre estarían entre los más conocidos, porque hoy en el mundo muchas veces los más conocidos no son los mejores, sino los que más venden.

Reconozco buena salud en la literatura cubana de hoy, sobre la cual creo que hay quien juzga sin haberse leído lo que se escribe en Cuba. Veo un afán de introversión y de mirada hacia lo interno, no del autor sino del propio ser humano, que no ha estado tan presente en momentos anteriores de la literatura nacional.

Identifico, además,  un nivel de interpretación en el uso del lenguaje que creo a tono con los tiempos, e identifico, sobre todo, grandes esfuerzos de los autores más jóvenes, de  promover su obra usando las tecnologías digitales.

Creo que la literatura joven cubana tiene que ser mejor promovida internacionalmente, creo que tenemos que acudir más a los libros de formato digital, a las grandes pasarelas y tiendas virtuales, los espacios de promoción que hay en red.

Una realidad es el hecho de las grandes desventajas que hay para el trabajo editorial cubano, no solo tecnológica, sino muy relacionadas con los múltiples bloqueos que hay contra esta Isla, y que no son organizados desde un solo país.

Hoy Cuba es percibida con suspicacia, con prevención y prejuicios desde muchos lugares, negocios transnacionalizados  y élites editoriales del llamado primer mundo y está claro que un escritor cubano, muchas veces, para ser aceptado a ese nivel tiene que cumplir con determinadas “recetas”, que tienen que ver con los temas, la forma de escribir, su posición política y los políticos, con sus ideologías, con las evaluaciones de las experiencias socialistas del siglo XX , con la manera de escarbar y reflejar los problemas que tiene hoy  la sociedad cubana.

Hay gente que escribe grandes  libros, pero no se ajustan a las “recetas” y por tanto no están en los catálogos de las grandes transnacionales del libro, porque la actividad editorial está también organizada como un gran negocio, como lo están casi todos los productos y los servicios culturales de este mundo.

El interés en hacer visibles y promover la obra de los más jóvenes, es una vocación que existe en el Instituto Cubano del Libro, el sistema de ediciones territoriales (Rizo), ha contribuido en gran medida a que no existan jóvenes talentos de la literatura que permanezcan inéditos.

Para constatar la salud que tiene la literatura jóven cubana, como ha ido bajando el promedio de edad de los principales premios literarios del país (Premios Carpentier, Guillén, Julio Cortazar), en ellos están presentes muchos escritores menores de cuarenta años.

Por tanto, hay que apostar por esa joven literatura y ayudar a que se visualice y se promueva nacional e internacionalmente.

P: Recientemente concluyó el Segundo Congreso de la Asociación Hermanos Saíz, un evento que se caracterizó por un fuerte y profundo análisis de la cultura cubana de hoy, donde la banalidad ha ido ganado espacio, escapa a eso el libro cubano.


Z R: Creo que no, en un sentido esencial, en lo que tiene que ver con el contenido.

No creo que hayan muchas editoriales en Cuba que estén aceptando libros con temas banales, sobre boberías, lo que si creo es que en ocasiones hemos publicado libros que son prescindibles, historias narradas de manera similar, que son historias mal contadas, libros mal construidos, porque son libros que están “verdes”.

Hoy una de las cosas que pasan es que la tendencia de las editoriales y los críticos, e incluso de la propia prensa especializada, a ponderara a un escritor a partir de la cantidad de libros que ha escrito. y  no a partir de la calidad de los libros que ha escrito.

Hoy nadie quiere ser Juan Rulfo, ni emular su ejemplo, entonces hoy en ocasiones se encuentran autores que tiene 35 años y ha publicado siete libros y cuando nos detenemos en tres o cuatro de ellos, saltan a la vista faltas en su terminación, son buenos temas, bien escritos, pero no están “maduros”.

Esa crítica de la Asociación Hermanos Saíz, en el ámbito de la literatura hay que verla como una exhortación a hacer mejor selección de los libros que hacemos, a exigirles a los autores que trabajen bien los libros y hacer, en el terreno técnico de la edición, una buena labor, porque también algunas de las editoriales aún publican libros con gran cantidad de erratas que resulta inaceptable.

La crítica a la banalidad y la superficialidad, la asocio más a la manera de trabajar los libros, que al propio contenido, porque no me parece que estemos publicando boberías, pero si libros que pueden ser mejorados.

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