martes, 10 de diciembre de 2013

Una joya que volverá a brillar




 Ver como se destruye un patrimonio es siempre motivo de tristeza y frustración, porque con ello se destruye parte de la historia, pero ver como hombres y mujeres se empeñan en recuperarlo, hace revivir las esperanzas y es eso justamente lo que me sucede con el emblemático Teatro Martí, joya arquitectónica que se restaura gracias al empeño de la Oficina del Historiador de la Ciudad.

Movida por la curiosidad propia de los que ejercen mi oficio, llegué hasta el lugar y conversé con Enrique Tamarí, especialista que tiene a su cargo la escenotecnia del lugar.

Rememorar los años de juventud y sus asiduas visitas al Teatro Martí, no fue muy difícil para este hombre que ahora conforma un equipo enfrascado en la recuperación de los valores arquitectónicos e históricos del inmueble ubicado en la intercepción de las calles Dragones y Zulueta en la Habana Vieja.

En sus inicios (1884), la edificación perteneció a Ricardo Irijoa, quien lo adquirió en una subasta y construyó un Teatro que llevaría su nombre, siendo en 1900 cuando adquirió el nombre del Héroe Nacional cubano.

A la interrogante de cómo recuerda el Teatro Martí, el profesional contestó: “Me quedó impresa en la mente la elegancia con que se presentó uno de los espectáculos de los años cuarenta: La viuda alegre, por lo que no dejé de asistir a este lugar a disfrutar del buen teatro.

En este espacio admiré la maestría de la interpretación de Rosa Fornés, Alicia Rico, Candita Quintana, María de los Ángeles Santana, Enrique Arredondo y muchos otros que representaban el Teatro Vernáculo”

Por la calidad de su complejo proyecto y la exhaustividad de los estudios realizados para su intervención, la rehabilitación del Teatro  Martí de la capital cubana obtuvo el Gran Premio del IX Salón Nacional de Arquitectura y Urbanismo, efectuado entre el treinta de octubre y el dos  de noviembre de 2013 en La Habana.

Actualmente el grupo interdisciplinario que se entrega a la reparación del inmueble está integrado por especialistas de luces, electroacústica, escena y arquitectura, quienes unidos a restauradores harán brillar nuevamente esta joya de la arquitectura cubana.

Según lo proyectado el futuro Teatro llevará pisos móviles en el escenario, mecánica escénica, torre de tramoya, telón de boca pintado que recreará la visón del público a la llegada, una cortina americana y una cámara oscura o clara, a la usanza de un teatro clásico a la italiana.

“Luego de la remodelación este Teatro quedará mejor que lo que fue, porque a los elementos fundacionales se les adicionará climatización, instalaciones telefónicas, sistema contra incendios y todos los elementos de la escena actual”, acotó Tamarí.

A partir de las categorías en que se dividen los teatros, el conocedor profesional comentó que este es propicio para el género chico  (musical, comedia y otros similares).

Antes de terminar quise saber qué significa para Enrique Tamarí haber sido público de un coliseo al cual hoy aporta sus conocimientos en la remodelación, siendo su respuesta:

“Como público disfruté mucho por el vínculo que tuve con este lugar, sufrí su deterioro y tuve la nostalgia de verlo cerrado por mucho tiempo, pero después experimenté la alegría de conformar el equipo que lo restauraría, lo que es motivo de gran alegría  porque ya no soy el niño que empezó viniendo a las presentaciones, ni el joven que lo disfrutó, ahora soy el adulto que trata de que la nostalgia cambie por la alegría”

Gracias a una dedicada restauración los habaneros podremos contar, próximamente, con un remozado Teatro Martí, una obra que debe quedar para la posteridad.

Maqueta: 
 

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