Regalo para
una amiga en sus 70 cumpleaños
Silvina
Fabars Guilall, primera bailarina del Conjunto
Folklórico
Nacional de Cuba
SilvinaFabars es una de esas personas que por donde pasa deja un rastro de amor,
amistad, perseverancia, alegría y disciplina, elementos que caracterizan su
personalidad y que todo aquel que la conoce no puede más que reverenciar.
Nacida
en Palmarejo, tierra del güantanamero poblado Realengo 18, conoció de la
miseria, las carencias, la pobreza y el trabajo duro para subsistir, desde muy
niña tuvo que trabajar el campo, vender comida, cargar latas de agua y muchas
otras labores que le permitieron forjarse un carácter férreo que le ayudara a
abrirse camino
“Los
trabajos que pasé en mi niñez me enseñaron a que todo se puede siempre y cuando
se hagan labores honestas y correctas, porque no creo que hayan trabajos buenos
o malos, todos son trabajos y por tanto hay que hacerlos con dignidad”, sentenció.
En
el año 1966 se presenta a una convocatoria del Conjunto Folklórico Nacional
(CFN), iniciándose como cantante luego de aprobar rigurosos exámenes de ritmos
afrocubanos al que se presentaron más de 300 personas y donde sólo 16 fueron
aceptadas.
La
pérdida de sus cuerdas vocales producto de un accidente, cambiaron el rumbo de
una vida que al parecer sería para el canto, dándole un vuelco inesperado y
haciéndola recurrir a la danza.
Bendita Danza
Luego
del accidente y desde el propio Hospital donde permaneció por largo tiempo
debatiéndose entre la vida y la muerte, amigos del CFN la fueron entrenando
para la danza, Fernando Oviedo, Gregorio Hernández (El Goyo), Nieve Fresneda y
muchos otros.
A
iniciativa del Goyo llegó un tocadiscos a la sala del centro de salud y allí
comenzó a tomar sus primeras lecciones de las danzas fundamentales de la
agrupación, perseverancia que la ayudó a brillar en los escenarios.
¿Cómo fue la primera vez
que subiste a un escenario a bailar?
Gracias
a Santiago Alfonso, quien me tomó de la mano con exigencias que a mi parecer eran abusivas, pero que después pude
agradecer porque logré quitarme el miedo escénico.
La
primera vez que bailé fue en el teatro de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), se donde
estrenó “Ochosi y el Venado”, espectáculo en el que bailé el Congo,
danza que exigió mucho esfuerzo físico de mí.
Después
vino “María Antonia” y los directores vieron en mí cualidades para la actuación
por lo que canté, bailé y actué, gracias a algunas habilidades que traía
del Folklórico de Santiago de Cuba,
agrupación de la que fui fundadora.
En
esa obra interpreté al Caballo de Oshún,
junto a Hilda Oates, excelente figura de las tablas, lo que me obligó a dar lo
mejor de mi para llegar a lo más cercano posible de su altura profesional, lo
que logré gracias a las enseñanzas de grandes como Bertha Martínez.
En
1968 comenzaron a probarme para hacer solos, lo que siempre me asustó porque no
me sentía en plenitud de facultades, pero gracias al apoyo y la ayuda de mis
compañeros, fundamentalmente los hombres (Juan García, El Goyo, Roberto
Espinosa, Yohannes García, Alfredo O Farrill y Manolo Micler, entre otros).
Entre
mis principales motivaciones estaba la manera en que Luisa Barroso bailaba el Yoruba Iyesá, lo que me hacía pensar “yo
me tengo que sentar en ese trono, tengo que aprenderlo”, y gracias al empeño
que puse lo logré.
El
traje de Cebra fue otro de los
elementos que me dio mucho éxito en el CFN, personaje que asumí a partir de
1969 luego de Carmen Duquesne y que logré internacionalizar de una manera nunca antes imaginada,
¿Cuál de los personajes
del panteón Yoruba fue el que más disfrutaste y cuál el que menos te gustaba?
Oshun siempre ha sido una bandera para mi,
sus danzas me gustan mucho, su plasticidad y su proyección, además de la
afinidad que siempre he sentido con esa orisha.
Aún
hago algo con ella, durante mi estancia
en Venezuela lo bailé y todavía en algunas actividades se me piden sus danzas.
Otro
orisha que disfruté muchísimo fue Yemayá,
sus danzas y proyección escénicas me cautivaron siempre y la interpreté con
el corazón, lo mismo sucedió con Oya, ese
fue un orisha que me cautivó por su fuerza, la proyección y la dificultad
interpretativa.
Ese
fue el orisha que más me identificó dentro y fuera del país. No
ha habido personaje que me disguste, nunca ha habido una danza que me deje de
gustar, todas las disfruto al máximo.
¿Qué fue lo que más
disfrutaste del resto de las danzas que conforman el repertorio del CFN?
Dentro
del folklor cubano todo está incluido, la música popular tiene sus variedades,
a mí me gustaba mucho la danza Bantú, donde siempre era Wanakene, que es el último solo del “Ciclo Congo”, donde compartí
escena con grandes de las danzas afrocubanas.
También
disfruté mucho de los bailes cubanos, el son, el danzón, la chancleta y muchos
otros.
Más que bailarina,
maestra
Muchas
generaciones de bailarines cubanos y extranjeros deben sus éxitos a la labor
docente de Silvina Fabar, en toda la
Isla está la huella de su obra docente, que comenzó con el
grupo de Santiago de Cuba, lo que se extendió a toda la geografía nacional a
solicitud del Comandante en Jefe en 1994.
Los
éxitos de los Conjuntos Folklóricos de Camagüey, Las Tunas y Santa Clara son el
resultado de su quehacer como formadora de generaciones, siendo el de Isla de la Juventud el más reciente.
Además
todos los grupos de danza contemporánea también tienen algo de Silvina, porque
su carisma la hace aglutinadora de juventud a su alrededor, hasta Varadero,
Cayo Guillermo y otros polos turísticos también llega su obra docente.
En
el mundo son innombrables las Compañías que tienen su impronta: Inglaterra,
Tokio, Alemania, España y muchas otras
naciones del orbe tienen en su repertorio la huella de esta cubana.
La descendencia de
Silvina también ama la danza
Un
solo hijo que vale por muchos, Oddebí García Fabar, nació del amor entre
Silvina y Juan García (bailarín del CFN), por lo que es válido el proverbio
“Hijo de gatos caza ratones”, creció en los pasillos de la emblemática
institución, donde se formó como bailarían y donde llegó a ser Primer Bailarín.
“Mi
hijo reúne lo mejor de nosotros tres: su papá, su tío Yohanne (actual Director
de la Compañía JJ)
y yo, él comenzó a volar muy temprano, desde los 2 años en el Carnaval Infantil
de La Habana
donde interpretó a Eleguá.
En
el CFN le hicieron un tambor especial, que aún conserva como reliquia, en él
tocaba, a su manera infantil, los ritmos que luego bailaba, a pesar de haber
nacido con los pies plano, defecto que supero gracias a mi tenacidad haciéndole
el arco con mis manos”.
Además de bailarina,
dirigente sindical
Si
bien hace 49 años que forma parte del CFN, 46 de ellos los ha compartido con la
labor de dirigente sindical en la institución y a nivel provincial en el Buró
de las Artes Escénicas ya extinto.
“Ese
es una labor que me gusta mucho porque es la atención a los trabajadores, algo
que tiene gran importancia en mi vida. Siempre he tratado de hacerlo con mucha
pasión.
Logramos
sindicalizar, en aquellos años, el 98,3% de los trabajadores del sector,
alcanzando el reconocimiento de artistas y directivos algo que realmente fue un
éxito”
Otra
historia larga en los años de trabajo de esta mujer es la de las
condecoraciones y reconocimientos, la Medalla Alejo Carpentier, La Orden por la Cultura Cubana, el Sello
Laureado del Sindicato de la
Cultura y muchas otras están en su haber.
Sobre todo es una mujer
cubana
Grande
en el escenario encarnando a las deidades del panteón Yoruba, Silvina Fabar es
sobre todas las cosas una mujer, exige el orden en su hogar como premisa.
“Mi
hobby es cocinar rico, sobre todo la comida que le gusta a mi hijo, soy una
mujer de casa y disfruto mucho en mi modesta casa, y sobre todas las cosas no
me gusta molestar a mi Revolución para resolver problemas personales
Mi
mayor virtud es la sinceridad y la disciplina, mi principal defecto es mi
carácter impetuoso y justiciero, pero sobre todas las cosas no permito que se
me impongan las cosas.
La
exigencia conmigo misma es lo fundamental, sobre todo en lo referente a mi
apariencia como bailarina, mantengo rigor en los ejercicios físicos para
mantener la figura, porque cuando te paras delante de un bailarín para
impartirle clases, tienes que parecer un bailarín y en eso la apariencia es
fundamental”.
¿Qué recomienda a los
jóvenes que empiezan en el mundo de la danza?
Que
mantengan disciplina, respeto y exigencia individual y colectivamente, eso es
lo que hará que los respeten, no solo en la danza, sino en todas las
expresiones de las artes, ya que siempre serán figuras públicas y por tanto
tienen que ser ejemplo en la sociedad.
¿Cómo calificaría su
vida artística, hasta el momento?
He
tenido éxitos, no me considero una excepción, sólo que le he puesto todo el
amor a la labor que desempeño.
¿Qué siente al escuchar
el nombre de Zenaida Armenteros?
Ella
es un punto de referencia para todo el que se considere artista, en el más
amplio sentido de la palabra, es un íncono de ética técnica y profesional en el
mundo del arte. Afortunadamente conté con su ayuda mientras estuve en el
Conjunto, llegando a convertirnos en grandes amigas
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