martes, 14 de mayo de 2019

Compañía Raíces Profundas revisita leyendas del panteón Yoruba

Emilio Yasmel Hernández González

Luego de una primera entrega que suscitó la polémica sobre las leyendas de orishas poco llevados a la escenas, llevados en la obra Patakín (2017), a la Sala Tito Junco del Centro Cultural Bertolt Brech, regresa la  Compañía Raíces Profundas con la segunda parte de esta propuesta escénica.
 
El coreógrafo y bailarín Emilio Yasmel Hernández González es el creador de ambas propuestas, y en exclusiva accedió a dialogar con los lectores de esta publicación

¿Cuáles serán las deidades que estarán esta vez en la escena?

Esta vez encontrarán en la escena historias relacionadas con Aggayú Solá (patrón del interior de la tierra, las corrientes de los ríos), Orisha Oko, (divinidad representativo de las sabanas, tierras y campos cultivados), Obbanlá (camino femenino de Obatalá y su nombre significa "la luz que aparece"), Los Ibeyis (jimaguas) y una Oshún (Reina las aguas dulces del mundo, los arroyos, manantiales y ríos, personificando el amor y la fertilidad) diferente.

¿Con qué propósitos lleva la compañía a la escena historias relacionadas con deidades poco conocidas, dentro de la cultura yoruba?

Esta es una manera de "enganchar", de atraer público y a personas interesadas en conocer un poco más sobre la religión yoruba y sus deidades.

En ocasiones hasta los mismos practicantes de esta religión están interesados en conocer más sobre las historias y leyendas de los orishas, sobre todo de los que no son tan mencionados, y tristemente se han quedado algo atrás en lo tocante a la llegada a la teatralización artística.

Por eso hemos investigado sus historias para traerlos también a los lugares que ocupan otros más conocidos como Yemayá (madre universal), Shangó (orishá de la justicia, de los rayos, del trueno y del fuego). Oggún (representa la fortaleza, el trabajo y la fuerza áspera e inicial), Oshún y Elegguá (protección primera, ya que es él quien abre los caminos=, por ejemplo, para hacer un espectáculo distinto.

Estamos enfrascados en presentar al público otras aristas de los orishas, tratando de humanizarlos, por eso traeremos a una Oshún que se aleja de la coquetería con que se conoce, para demostrar su sufrimiento.

De igual manera presentaremos a Yemayá Okute, la guerrera que se alió con Oggún, para mostrar algo diferente a lo que han dicho los grandes en el escenario y así decir un poquito más.

¿Entonces podemos inferir que está en el propósito de Raíces Profundas mostrar la parte humana de los orishas?

Eso es algo que está siempre en mis propuestas creativas: tratar de traerlos a lo terrenal y poner ante la mirada de los espectadores sus sentimientos (miedo, amor, tristeza u otros).
Por ejemplo a Shangó siempre se le asocia con el guerrero, el mujeriego y yo estoy seguro que también sintió miedo, se enamoró y sufrió como cualquier humano.

En esta obra presento a Oshún como diosa guerrera, ella lleva en su corona cinco flechas con las que enfrenta los desafíos de la vida, ella tuvo que hacer muchas concesiones por amor y aquí me centro en us sufrimientos y sacrificios.

En la primera entrega de Patakín llevaron a la escena muchos atrevimientos en materia de vestuario, imagen, proyección escénica y música. ¿También habrá excesos de ese tipo ahora?

 Sí, los vestuarios que hicimos para nuestra primera entrega fueron muy polémicos y criticados por la calidad y el tipo de tejido en el que predominaba el brillo, muchos alegaron que no es lo que se usa en el folclor, pero contradictoriamente ahora vemos mucho de eso en las propuestas que llegan a la escena por otras compañías.

Quiero enfatizar que nosotros no hacemos religión, sino arte y esa permite interpretaciones sublimes del hecho folclórico propiamente dicho, en mi opiniòn. Todo ha evolucionado y los santos de hoy no viven ni visten como antes, lo que los hace más contemporáneos.

A Oshún la imagino hermosa, porque si es la diosa del oro y los metales amarillos no puede ser diferente, según mi punto de vista.

Además de que el público disfrutará de un momento mágico y hermoso, considero que no solo los dioses griegos tienen derecho a estar bellos en la escena, esa es mi fantasía como creador y eso debe ser respetado.

En el caso de la música involucro a dos cantantes líricos para interpretar un tema que escribimos una de las integrantes de Raíces...y yo, en la que relatamos la historia de amor y odio entre Shangó y Oshún lo que romperá con lo anterior escrito.

También utilizaremos música de otros géneros y estilos, más contemporánea entre la que destaca un tema de Telmari y Habana San, que utilizaremos para las escenas de los Ibeyis.

¿Qué expectativas tienes con esta propuesta?

Pienso que va a ser muy buena y tendrá excelente aceptación del público, a la gente le va a gustar como cada cosa que entregamos con mucho amor. Discrepancias siempre habrán, y la polémica es interesante y aporta mucho.

¿Han tenido cuidados para no transgredir las reglas de la religión yoruba y develar los secretos que existen en sus templos?

Hace aproximadamente dos años fui al teatro a disfrutar de una propuesta del Conjunto Folklórico Nacional de Cuba donde se presentó una alegoría a una ceremonia que se hace dentro del "cuarto de santo" y me pareció fabuloso el tratamiento que le dieron.

Estuvo tan bello que sentí el dolor de ho haber tenido la idea, porque somos artistas y no presentamos nada religioso propiamente dicho, estamos teatralizando elementos de la religiosidad popular.

La liturgia se queda para los templos, nosotros recreamos lo que sucede, como resultado de la investigación, de esa manera los conocedores se pueden dar cuenta de que lo que llevamos a la escena tiene una base sólida de estudios, sin el ánimo de profanar la religión, es solo la mirada artística.

Para interpretar a un orisha tenemos que acercarnos al "foco" en que se desarrolla, verlos venir a la tierra y estar en posesión, para saber cómo se mueve, cómo se manifiesta. 




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