Emilio Yasmel Hernández González |
Luego de
una primera entrega que suscitó la polémica sobre las leyendas de orishas poco
llevados a la escenas, llevados en la obra Patakín
(2017), a la Sala Tito Junco del Centro Cultural Bertolt Brech, regresa la Compañía Raíces
Profundas con
la segunda parte de esta propuesta escénica.
El coreógrafo y bailarín Emilio Yasmel Hernández
González es el creador de ambas propuestas, y en exclusiva accedió a dialogar
con los lectores de esta publicación
¿Cuáles
serán las deidades que estarán esta vez en la escena?
Esta vez encontrarán en la escena historias
relacionadas con Aggayú Solá (patrón del interior de la tierra, las corrientes
de los ríos), Orisha Oko, (divinidad
representativo de las sabanas, tierras y campos cultivados), Obbanlá (camino
femenino de Obatalá y su nombre significa "la luz que aparece"), Los Ibeyis (jimaguas) y una Oshún (Reina
las aguas dulces del mundo, los arroyos, manantiales y ríos, personificando el
amor y la fertilidad)
diferente.
¿Con qué
propósitos lleva la compañía a la escena historias relacionadas con deidades
poco conocidas, dentro de la cultura yoruba?
Esta es una manera de "enganchar", de
atraer público y a personas interesadas en conocer un poco más sobre la
religión yoruba y sus deidades.
En ocasiones hasta los mismos practicantes de
esta religión están interesados en conocer más sobre las historias y leyendas
de los orishas, sobre todo de los que no son tan mencionados, y tristemente se han
quedado algo atrás en lo tocante a la llegada a la teatralización artística.
Por eso hemos investigado sus historias para
traerlos también a los lugares que ocupan otros más conocidos como Yemayá
(madre universal), Shangó (orishá de la justicia, de los
rayos, del trueno y del fuego). Oggún (representa
la fortaleza, el trabajo y la fuerza áspera e inicial), Oshún y Elegguá (protección primera, ya que es él quien abre
los caminos=, por ejemplo, para hacer un espectáculo
distinto.
Estamos enfrascados en presentar al público
otras aristas de los orishas, tratando de humanizarlos, por eso traeremos a una
Oshún que se aleja de la coquetería con que se conoce, para demostrar su
sufrimiento.
De igual manera presentaremos a Yemayá Okute, la
guerrera que se alió con Oggún, para mostrar algo diferente a lo que han dicho
los grandes en el escenario y así decir un poquito más.
¿Entonces
podemos inferir que está en el propósito de Raíces Profundas mostrar la parte
humana de los orishas?
Eso es algo que está siempre en mis propuestas
creativas: tratar de traerlos a lo terrenal y poner ante la mirada de los
espectadores sus sentimientos (miedo, amor, tristeza u otros).
Por ejemplo a Shangó siempre se le asocia con el
guerrero, el mujeriego y yo estoy seguro que también sintió miedo, se enamoró y
sufrió como cualquier humano.
En esta obra presento a Oshún como diosa
guerrera, ella lleva en su corona cinco flechas con las que enfrenta los
desafíos de la vida, ella tuvo que hacer muchas concesiones por amor y aquí me
centro en us sufrimientos y sacrificios.
En la
primera entrega de Patakín llevaron a la escena muchos atrevimientos en materia
de vestuario, imagen, proyección escénica y música. ¿También habrá excesos de
ese tipo ahora?
Sí, los
vestuarios que hicimos para nuestra primera entrega fueron muy polémicos y
criticados por la calidad y el tipo de tejido en el que predominaba el brillo,
muchos alegaron que no es lo que se usa en el folclor, pero contradictoriamente
ahora vemos mucho de eso en las propuestas que llegan a la escena por otras
compañías.
Quiero enfatizar que nosotros no hacemos
religión, sino arte y esa permite interpretaciones sublimes del hecho folclórico
propiamente dicho, en mi opiniòn. Todo ha evolucionado y los santos de hoy no
viven ni visten como antes, lo que los hace más contemporáneos.
A Oshún la imagino hermosa, porque si es la
diosa del oro y los metales amarillos no puede ser diferente, según mi punto de
vista.
Además de que el público disfrutará de un
momento mágico y hermoso, considero que no solo los dioses griegos tienen
derecho a estar bellos en la escena, esa es mi fantasía como creador y eso debe
ser respetado.
En el caso de la música involucro a dos
cantantes líricos para interpretar un tema que escribimos una de las
integrantes de Raíces...y yo, en la
que relatamos la historia de amor y odio entre Shangó y Oshún lo que romperá
con lo anterior escrito.
También utilizaremos música de otros géneros y
estilos, más contemporánea entre la que destaca un tema de Telmari y Habana
San, que utilizaremos para las escenas de los Ibeyis.
¿Qué
expectativas tienes con esta propuesta?
Pienso que va a ser muy buena y tendrá excelente
aceptación del público, a la gente le va a gustar como cada cosa que entregamos
con mucho amor. Discrepancias siempre habrán, y la polémica es
interesante y aporta mucho.
¿Han
tenido cuidados para no transgredir las reglas de la religión yoruba y develar
los secretos que existen en sus templos?
Hace aproximadamente dos años fui al teatro a
disfrutar de una propuesta del Conjunto Folklórico Nacional de Cuba donde se
presentó una alegoría a una ceremonia que se hace dentro del "cuarto de
santo" y me pareció fabuloso el tratamiento que le dieron.
Estuvo tan bello que sentí el dolor de ho haber
tenido la idea, porque somos artistas y no presentamos nada religioso
propiamente dicho, estamos teatralizando elementos de la religiosidad popular.
La liturgia se queda para los templos, nosotros
recreamos lo que sucede, como resultado de la investigación, de esa manera los
conocedores se pueden dar cuenta de que lo que llevamos a la escena tiene una
base sólida de estudios, sin el ánimo de profanar la religión, es solo la
mirada artística.
Para interpretar a un orisha tenemos que
acercarnos al "foco" en que se desarrolla, verlos venir a la tierra y
estar en posesión, para saber cómo se mueve, cómo se manifiesta.
Bravo !! Gracias
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