La cultura cubana ha vivido una semana de duros golpes gracias a la mortal pandemia que hoy se cobró la vida de Enrique Molina, uno de los actores más queridos en el país.
Mi profesión me permitió dialogar con él en varias oportunidades, unas micrófono en mano y otras para intercambiar saludos, jaranas o hacer algún comentario, y si de algo estuve siempre segura, desde la primera vez, fue de sus cualidades humanas.
Su presencia en el filme cubano AM-PM que está en producción dirigido por el realizador Alejandro Gil, seguro será su última actuación; y un motivo más para volver a valorar su talento.
Hoy quiero compartir un fragmento de la entrevista que me concedió en enero de 2016 cuando el estreno de la cinta cubana La cosa humana (Gerardo Chijona).
En el filme el versatil Molina le dio vida al Suave, un personaje sobre el que hablamos, con su característica modestia por delante
¿Suave de qué?
El Suave es el nombre de uno de los protagónicos de La cosa humana, un ser repulsivo que corre en la piel del primer actor Enrique Molina, quien confesó haberle temido al personaje para el que se preparó por la historia de Tony Soprano.
“…a él me enfrenté con cierto temor por no haber interpretado nunca antes a alguien con esa fuerza, con ese nivel de crueldad y autosuficiencia.
El Suave no es más que un estúpido y yo tenía mucho temor de que saliera esquematizado, por lo que de alguna manera tenía que humanizarlo y hacerlo coincidir con la concepción del guión.
El hecho de haber trabajado anteriormente con Chijona me dio la seguridad en el trabajo, ambos nos conocemos muy bien y él sabe cómo sacar de mi lo que quiere, porque todos los actores, en absoluto, tenemos limitaciones y siempre es bueno que te dirija alguien que te conozca…”, comentó.
Para el reconocido actor fue una satisfacción tremenda al ver la reacción del público ante una película que él califica como “rara”, aunque las personas se involucraron con ella y la disfrutaron.
Una de las preguntas respondidas por él estuvo relacionada con el personaje que le gustaría interpretar y qué aún no le ha llegado, a lo que contestó con la sencillez que le caracteriza:
“…chica, no se todavía lo que me quede por hacer, pero me gusta cualquier personaje, a ellos me entrego sin reparar en sus características.”
Con este recuerdo quiero agradecerle, entre otras muchas cosas por Silvestre Cañizo, de la telenovela Tierra Brava, por el Lenin de El Carrillón del Kremlim, por sus magistrales intervenciones en el cine y sobre todo por su trato afable y respetuoso.
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