jueves, 25 de abril de 2013

Evocación a un eterno joven





El Salón de Mayo del capitalino Pabellón Cuba fue  sede recientemente, de la presentación del título Dialogar, dialogar (escuchar, enseñar, afirmar, aprender), del recién fallecido Presidente de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano Alfredo Guevara.

Insuficiente fue el espacio para las personas que allí se congregaron, en su inmensa mayoría jóvenes, por ser este sector etario el preferido por quien fuera un cubano excepcional, como lo describieran quienes hicieron uso de la palabra.

Guevara convoca, se escuchó decir a Luís Morlote, presidente de la Asociación Hermanos Saíz, quien junto a Eduardo Torres Cuevas, Ricardo Alarcón de Quesada y Fernando Martínez Heredia; presidieron el momento de recordación.

Además estaban presentes Abel Prieto Jiménez (Asesor del Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros) y Miguel Barnet (Presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba), entre otras personalidades de la cultura.

No faltaron las palabras de elogios, sus cualidades humanas, su consabida honestidad a toda prueba y su eterna juventud fueron temas recurrentes durante el encuentro, a lo que se unieron remembranzas sobre la fidelidad a la Revolución.

La huella dejada en los más lozanos

De entre los más de cien asistentes resaltó la Israel Rojas, director del grupo Buena Fe, quien en declaraciones a este espacio confesó lo que significó para él la figura de Alfredo Guevara.

“No se lo que habrá significado para los de mi generación, acotó, pero para mi que lo conocí en el noveno ining de su vida, me dio muchísimo gusto no llegar tarde a la magia de su prédica, a la magia de su conversación, de mirarte a los ojos y decirte lo que piensa. Fue un hombre al que le entré con mucho miedo por la altura de su historia y de su intelecto, y en muy poco tiempo me hizo sentir un camarada, un compañero, alguien que podía estar al lado suyo”

Más adelante el reconocido músico comentó: “…..yo siento en momentos como estos que hay personas que no son tu familia por un error biológico, pero que perfectamente pueden ser tu padre, tu abuelo o tu maestro, y al menos para mi eso fue Alfredo. Alfredo indirectamente ha sido uno de los hombres que más ha influido en nuestra generación, no solamente fue fundador del Instituto de Arte e Industria Cinematográfica (ICAIC), sino uno de los cerebros ideológicos que había detrás de todo el proceso que ha parido nuestro cine para más bien que mal”

Antes de finalizar puntualizó: “lo que más me dejó fue un hambre desmedida por aprender”
Una joven muy vinculada a Alfredo Guevara fue Claudia Guevara, su nieta, para ella eso fue un gran privilegio y una oportunidad especial de vivir experiencias únicas.

“Para mi es algo grandioso, soy y seré siempre su nieta, él y yo éramos muy unidos, por lo que estará conmigo siempre. Me siento profundamente orgullosa de la persona que tuve al lado, el me ayudó a crecer sin temores y con plena seguridad en mi misma, a tener valor para enfrentar la vida.
Me hace sentir regocijo lo que le transmitió a la juventud de Cuba y el mundo, sus ideas y ver la reacción de los jóvenes ante lo que puedan leer o dialogar con él.

Mi abuelo y yo éramos  uno, yo lo acompañaba a todas partes, estábamos juntos desde muy pequeña hasta el último momento. Para mi será muy complicado a medida que pase el tiempo, lo siento en todas partes.

El libro me lo dedicó con unas tiernas palabras: “En tu sueños realizo mis sueños, porque en tus sueños me siento realizado”

Dialogar, dialogar (escuchar, enseñar, afirmar, aprender), es un libro hecho no para los jóvenes, sino con los jóvenes, lo que implica que es un mensaje directo a esa generación, pero también a los que peinan canas porque les traza el cómo tratar a los nuevos, entenderlos y convencerlos sin vencerlos.

Este no es un libro de cine, es un libro de la vida actual, en el se habla del modelo económico, de las cooperativas, del trabajo por cuenta propia, de la gastronomía y del día a día, está escrito con el fin de transformar la capacidad de acción de quienes se acerquen a sus páginas.

Fotos: Jorge Luís Sánchez Rivera