jueves, 19 de septiembre de 2013

Martha Jiménez Pérez, manos de diosa.




La escultura, la pintura, la talla en madera, la cerámica y el grabado son artes que se aprenden con el paso de los años y con una buena formación vocacional, pero ante todo son aptitudes innatas en quienes las ejecutan y ese es precisamente el caso de la camagüeyana Martha Jiménez Pérez, quien no abandona su tierra natal y en ella ha dejado su huella materializada en bellas piezas.

Entregada a las labores manuales desde pequeña, comenzó sus estudios en la Primera Escuela de Instructores de Arte, completando su formación de manera autodidacta y adquiriendo luego el nivel superior como Licenciada en Artes Plásticas, para  ejercer después  como profesora e instructora de arte.

En el centro histórico de su natal Camagüey tiene un especial taller donde exhibe su obra antológica y la más contemporánea  desde hace aproximadamente cinco años, lugar donde el visitante puede encontrar pequeños y grandes formatos escultóricos, pinturas, cerámicas y los objetos más insospechados.

Reconocida internacionalmente, Martha Jiménez Pérez atesora entre otros el Premio Regional de la UNESCO del año 1997, Premios de las Bienales en Europa y Asia, el Premio de la Bienal de Cerámica y Vasijas de Shangai (2010) y  del 2011 ostenta  el principal lauro en la Bienal de Terracota de Turquía, galardón que obtuvo con una escultura de tres metros.

La Plaza del Carmen, de la ciudad de Camagüey es un espacio de obligada visita para quienes llegan a la tierra de Ignacio Agramonte, por la manera en que allí se conservan las tradiciones folklóricas y por la excelente ambientación del lugar, donde reinan esculturas a tamaño natural de personajes reales o ficticios creados por las manos de esta diosa de las artes.

Ese conjunto escultórico está integrado por un trío de mujeres identificado como “Las tres chismosas”, una pareja de enamorados, un lector de periódico inspirado en un vecino de la zona que aún acostumbra sentarse en ese lugar a ojear la prensa.

Especial resulta el retrato escultórico hecho a  un vendedor de tinajas que con una carretilla transitaba por el lugar hasta hace poco más de un año, en que falleció, su nombre era José Rodríguez, quien fuera conserje del otrora Convento de las Ursulina ubicado en el lugar donde hoy está la conocida Plaza del Carmen.

Sobre este conjunto, la artista comentó: “yo trabajaba la escultura y la cerámica en pequeño formato, ya en 1997 mi obra había recibido premios nacionales e internacionales, trabajaba el tema costumbrista y gustaba de realizar obras dentro de la zona urbana, todo eso se unió en la propuesta de estas piezas a la Oficina del Historiador de la Ciudad y fue aprobado.

Luego de una investigación exhaustiva y profunda para caracterizar el lugar con una temática que reflejara sus costumbres, desde el año 2004 estas obras engalanan en área”

Actualmente esta cubana está enfrascada en la reelaboración del proyecto escultórico, para llevarlo al bronce, y en otras esculturas que deben ser terminadas para la celebración de los quinientos años de fundada la Villa de Santa María del Puerto del Príncipe.

El trabajo en bronce es algo muy difícil por los esfuerzos que requiere y de una mujer exige mucho más, recalcó la entrevistada, quien prosiguió  planteando “hay trabajos y fuerzas que se deben aplicar, pero eso constituye un reto para las féminas y así demostramos que las mujeres no solo podemos ser buenas en las labores domésticas, sino que también somos útiles a la sociedad”.

A la interrogante de cómo se siente desde las miradas ajenas, respondió: aquí en Camagüe me siento bien porque veo la satisfacción en los rostros de mis coterráneos, quienes reciben mi arte, hecha desde y para el alma, satisfaciendo una necesidad espiritual para sentirse mejor.

La atención a la familia es algo que no deja de la mano, aunque su labor le deja muy poco tiempo para atenderla, pero siempre hace un espacio para rellenar y compensar el vacío que ha dejado su ausencia necesaria.

Para despedir esta conversación, Martha Jiménez Pérez, quien convierte en arte todo lo que toca, dejó por sentada la certeza de que no abandonará su espacio para emigrar a la gran Habana, porque a su decir, allí es donde su arte es más necesaria.

Fotos: Jorge Luís Sánchez Rivera






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