Más de dos décadas lleva
residiendo en el exterior el músico cubano Gonzalo Rubalcaba, uno de los más
talentosos pianistas reconocidos en el mundo por la calidad de sus
interpretaciones y el virtuosismo que los caracteriza.
En medio de las
celebraciones por el Día Internacional del Jazz que ha motivado una jornada en
La Habana, dialogamos con el talentoso músico Gonzalo Rubalcaba, heredero
de una tradición de importantes instrumentistas de esta Isla.
¿Cómo
ha sentido el reencuentro con su público cubano?
Llevo 26 años viviendo fuera
de Cuba, pero no he dejado de venir, he estado en Cuba en varias ocasiones por
situaciones familiares, aunque en una u otra ocasión he estado en escenas
cubanas.
Ahora esta oportunidad es
otra forma de constatar la grandeza de este país en términos creativos, la
variedad que tiene y la aparición de talentos constantemente. Este es un país
que se ha distinguido por eso y siempre es bueno regresar y poder relacionarte,
conocer qué está pasando, ver que la gente no te olvida y que siempre tiene
cariño para darte.
Esas son vivencias que
siempre me hacen sentir que en Cuba tengo mi casa y mi público.
Hoy
está en Cuba con motivo del Día Internacional del Jazz. ¿Qué significado tiene
este contexto para usted?
El Jazz tiene una presencia
muy fuerte en nuestra historia musical, muy legendaria y mayor a lo que muchos
creen. A mi esta celebración me trae los recuerdos de los de mi generación que
intentábamos encontrar un lugar en la escena cubana.
Ahora regresar como parte de
la celebración y de esta estética musical que es el Jazz y que no le pertenece
solo a Estados Unidos, sino al mundo entero, es un privilegio que da mucha
satisfacción, convirtiéndose en un estímulo tremendo para reafirmarnos en la
utilidad de los años que hemos invertido en función de este sueño de hacer
música al amparo del Jazz.
Ver como ya no es exclusivo
en un área, se ha convertido en un campo donde muchas gentes de muchas partes pueden
expresarse, por lo tanto quiere decir que nuestro trabajo tiene la posibilidad
y el alcance para otros muchos de referencias musicales diferentes, y que Cuba
tiene un significado más allá de lo musical, desde lo político, lo social y en
muchas otras direcciones.
Lo más importante creo que
es el hecho de que este no es un evento aislado, sino que establece raíces y
códigos permanentes de relación y de comunicación, creo que ahí también está
representado el trabajo que hemos hecho para que este día llegue y que estas
condiciones se den para las nuevas generaciones.
¿Crees
qué hay un Jazz cubano reconocido en el mundo?
Los cubanos tenemos una
forma de hacer nuestras cosas y de decir nuestro mensaje musical, no me atrevo
a afirmar la existencia de un Jazz cubano, pero si una tradición muy fuerte que
se da en Cuba por la actitud desprejuiciada que tiene el cubano de acercarse,
abrazar e involucrarse con otras formas de hacer música sin miedo a perder su
identidad, porque cree que es la manera genuina de enriquecerse.
Esto nos diferencia de otros
países que son más celosos en dar más participación a lo que viene de otro
lugar fuera de su entorno nacional, eso es lo que diferencia al cubano, que es
atrevido, aventurero e inquieto. Viéndolo desde ese punto de vista creo que si
tenemos mucho que nos distingue en la música en sentido general, en la
tímbrica, en la entre línea, en el doble sentido y en la manera en que vivimos
la música y aplicamos la herencia musical e histórica a lo que hacemos.
Por supuesto que la escuela
tiene mucho que ver en eso, pero no quiero ser irrespetuoso, porque soy
agradecido con la educación que tuve, pero creo que Cuba no solo se debe a un
resultado académico, sino a un ADN que tenemos los cubanos y que está más allá
de la escuela, más allá de la docencia, es algo que no se estudia, no se
compra. Está o no está.
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