La presente etapa estival capitalina se ha caracterizado
por atractivas opciones diseñadas para el disfrute de la familia, con el
protagonismo de las instituciones culturales.
De entre las principales acciones para el período destacan las ceremonias previas al Carnaval de la Habana, conocidas como
bautizos de las farolas con colofón en la Quema del Diablo, protagonizada por la Compañía de Danza- Teatro
Villa de San Cristóbal, una de las
más premiadas en los últimos años de festejo
habanero.
La Quema del Diablo es el ritual con
el que los integrantes de la citada agrupación destruyen los malos augurios que
puedan rondar a la preparación de la fiesta popular más importante de la
capital cubana y tiene lugar cada agosto la Casa de Cultura del habanero municipio Diez de
Octubre.
Y finalmente, sorteando muchísimos obstáculo ardió
el maléfico en las áreas exteriores de
la casona de la Calzada
del Diez de Octubre esquina a Carmen, lugar donde se presentó un bello
espectáculo acompañado por la sonoridad
de los legendarios Tambores de Bejucal
y el grupo de rumba El Millo e Iyerosun presentación
que estuvo dirigida por el experimentado Rafael Pérez Gil.
En diálogo con ese conocido artista supimos que el
propósito de el grupo que dirige es revitalizar las expresiones del Carnaval
habanero, tomando como punto de partida su primera celebración, los personajes
iniciales y las danzas de aquellas fiestas.
“Villa de San Cristóbal tiene el encargo social de
exponer los elementos que identifican a la capital cubana: la Ceiba del Templete, lugar donde se fundó la Villa, hace casi 500 años,
las farolas del Prado y la
Giraldilla como emblema citadino, son solo algunos de estos
elementos, puntualizó.
Esta ceremonia Quema
del Diablo también forma parte de la leyenda habanera, antes se realizaba y
durante muchísimo tiempo dejó de existir, quedando en el olvido de muchos y en
el desconocimiento de los más jóvenes, esa también forma parte de la función
social de esta agrupación danzaria”
Un Lucifer creado en papier maché por los integrantes de uno de los grupos de
aficionados de la Casa
de Cultura, fue el atractivo de los visitantes, cada año este grupo presidido
por el artista de la plástica Jorge Luís Gil tiene a su cargo la confección del
muñeco, acción que va en ascenso y que
en cada edición queda mejor concebido, con rasgos humanos que impresionan.
La más popular de las fiestas habaneras
El Carnaval de La Habana es el festejo popular más antiguo del país
y el más esperado por la población, en él confluyen todas las artes expresadas
en coloridos vestuarios, creativos trabajos coreográficos y sonoridades
contemporáneas que se entremezclan con toques y cantos ancestrales en una
amalgama musical que guía el paso de las agrupaciones músico-danzarias por las
áreas del paseo (Malecón).
Entre las principales motivaciones para este Carnaval
destacan las ocho décadas de una de las comparsas más antiguas: Las Bolleras,
formación que surgió en uno de los barrios más humildes de la otrora Habana y
que conformada exclusivamente por mujeres recreaban tradiciones comunitarias como los pregones.
En la actualidad sus directivos pone en práctica
iniciativas con el propósito de mantener esa tradición, y cada noche de desfile
salen al paseo a mostrar, en su coreografía y cantos, la leyenda de lo que
antes fue.
Como novedad para esta edición del Carnaval destaca la
imagen de las carrozas, catorce en total que exhiben diseños frescos y
atractivos en los que artistas de la plástica han volcado su creatividad para
darle nueva vida a esos vehículos.
El venidero 27 de agosto concluirá el festejo con un
desfile en el que se conocerán los premios que otorgará el Jurado a quienes más
se destaquen desde el diseño de vestuario y de carroza, la coreografía, la
música y algunos elementos en que se reconocerá la labor individual como la
mejor ejecución del quinto (instrumento de percusión) y el farolero.
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