Entrevista a Alberto Granado, director MuseoCasa Africa.
La amistad entre Ernesto Guevara de la
Serna y Alberto
Granado es algo que ha trascendido en el tiempo, llegando hasta la
actualidad. Sobre ese tema y su vigencia dialogamos con Alberto Granado (hijo),
director del Museo Casa de África,
institución cultural enclavada en la Habana
Vieja y perteneciente al programa de la Oficina del Historiador de
la Ciudad.
¿Qué
puede comentarnos sobre la amistad entre el Che y su padre?
Crecí con las influencias de esa bonita relación entre Alberto
Granado y Ernesto Guevara, quien después se convirtiera en la figura histórica
del Che.
El viaje profundizó esa amistad, teniendo en cuenta la
diferencia de edad que existía entre ellos, mi padre era seis años mayor.
Yo era un niño cuando mi padre viene a Cuba a contribuir
con la Revolución,
no solo a encontrarse con su amigo, a lo que también vino. Ellos se habían
separado después de aquel viaje, cuando Ernesto regresó a Argentina a hacerse
médico, cumpliendo con una promesa hecha a su madre, y esta era una de sus
características más relevantes: siempre cumplía sus promesas.
Al triunfo de la Revolución cubana y al no poder Ernesto visitar
Caracas como había sido su intención en el 59, acompañando a Fidel, por un
fuerte ataque de asma, mi padre decide venir a La Habana, donde se enamora de
su proceso social.
¿Cómo
se conocen estos hombres?
Cuando Granado conoce al Guevara fue en Córdova, ya que
este último se había mudado a Altagracia por el asma que padecía y allí
comienza a estudiar con el menor de los
Granado, (Tomás), y empieza a visitar la casa de los Granado y a entablar
relaciones con los tres hermanos.
En ese entonces Ernesto tenía catorce años y la
diferencia de edad se notaba mucho, pero habían muchos puntos en común entre
los tres hermanos y Ernesto y en especial entre Alberto y Ernesto.
El primero de estos elementos que los asemejaban era el
amor por la lectura, la otra semejanza fue el amor al deporte, ambos admiraban
el futbol, el rugby y a todas las manifestaciones deportivas en general, y el
otro punto que los acercó mucho fueron las ansias por viajar y conocer.
Ya ambos habían viajado por su país y Ernesto había hecho
un viaje con el que ganó un premio al recorrer largos kilómetros en una
bicicleta con un motor, concebida para cortas distancias.
En muchas ocasiones, viviendo en Santiago de Cuba donde
Alberto Granado se desempeñaba como maestro fundador de la Escuela de Medicina,
Ernesto Guevara visitaba mi casa con cierta frecuencia, pero decir que recuerdo
aquello con claridad sería mentir, yo era muy niño.
La imagen que tengo de conocer al Che es la de mi
generación, la tristeza del pueblo cuando se supo de su asesinato, y no puedo
negar que ver a mi padre triste, como nunca, me hizo comprender qué significaba
esa amistad y quién era ese amigo que visitaba la casa, para mí no tenía mucha
significación hasta ese momento.
Ese momento me marcó, su trascendencia y su influencia en
mi padre, lo que transmitió a cada uno de sus hijos con las exigencias que se
hacía él mismo, eso nos fue creando los principios hacia la Revolución y actuar en
consecuencia.
Por mi padre conocimos del amor al trabajo voluntario,
del desinterés por las cosas materiales y de otros valores de quien siempre
quedó marcado como el amigo del Che, eso para él era un compromiso y una gran
responsabilidad.
A mi padre le costó mucho trabajo que lo reconocieran
como el amigo del Guerrillero, pero reconoció que era necesario humanizar su
imagen, darlo a conocer como un hombre de carne y hueso, y a quien sí se puede
imitar.
El lema que identifica a la Organización
de Pioneros José Martí “…seremos como el Che” no es algo imposible de
logar, como él se puede ser, eso se lo explicó mi padre muchas veces a los jóvenes, les decía que si
eran buenos lectores se podían acercar a su figura, si eran honestos, si era
buenos hijos, buenos trabajadores y poseían otras cualidades importantes,
entonces estarían más cerca del Che.
¿Cuánto
ha influido en su proyección social y laboral la enseñanza de su padre en
relación con el Che?
Muchísimo. He tratado de leer y estudiar lo más posible
la obra de Ernesto Che Guevara, porque creo que es importante para la
conformación de una sociedad nueva y de un hombre nuevo que no va a surgir de
manera espontánea, sino que hay que formarlo sobre la base del ejemplo.
Influyó también en orientarme vocacionalmente, ese
ejemplo de aceptar los retos de la Revolución cubana y ser consecuente con el
proceso me hizo decidirme por la pedagogía en el momento en que se creaban las
Escuelas en el Campo, en las que se necesitaban jóvenes dispuestos a trabajar.
Las enseñanzas del ejemplo familiar, la modestia, el
sacrificio sobre las cosas que se puedan logra y muchas otros valores
aprendidos del Che a través de mi padre, han marcado mi vida.
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