jueves, 5 de octubre de 2017

Mi padre fue el mejor amigo del Che




Entrevista a Alberto Granado, director MuseoCasa Africa.

La amistad entre Ernesto Guevara de la Serna y Alberto Granado es algo que ha trascendido en el tiempo, llegando hasta la actualidad. Sobre ese tema y su vigencia dialogamos con Alberto Granado (hijo), director del Museo Casa de África, institución cultural enclavada en la Habana Vieja y perteneciente al programa de la Oficina del Historiador de la Ciudad.

¿Qué puede comentarnos sobre la amistad entre el Che y su padre?

Crecí con las influencias de esa bonita relación entre Alberto Granado y Ernesto Guevara, quien después se convirtiera en la figura histórica del Che.

Ellos protagonizaron juntos un viaje por América Latina, periplo que se inició en motocicleta y que terminó por diferentes vías: en balsas por el Amazona y transporte terrestres, pero siempre con el interés de conocer mejor su continente.
El viaje profundizó esa amistad, teniendo en cuenta la diferencia de edad que existía entre ellos, mi padre era seis años mayor.

Yo era un niño cuando mi padre viene a Cuba a contribuir con la Revolución, no solo a encontrarse con su amigo, a lo que también vino. Ellos se habían separado después de aquel viaje, cuando Ernesto regresó a Argentina a hacerse médico, cumpliendo con una promesa hecha a su madre, y esta era una de sus características más relevantes: siempre cumplía sus promesas.

Al triunfo de la Revolución cubana y al no poder Ernesto visitar Caracas como había sido su intención en el 59, acompañando a Fidel, por un fuerte ataque de asma, mi padre decide venir a La Habana, donde se enamora de su proceso social.

¿Cómo se conocen estos hombres?

Cuando Granado conoce al Guevara fue en Córdova, ya que este último se había mudado a Altagracia por el asma que padecía y allí comienza  a estudiar con el menor de los Granado, (Tomás), y empieza a visitar la casa de los Granado y a entablar relaciones con los tres hermanos.

En ese entonces Ernesto tenía catorce años y la diferencia de edad se notaba mucho, pero habían muchos puntos en común entre los tres hermanos y Ernesto y en especial entre Alberto y Ernesto.

El primero de estos elementos que los asemejaban era el amor por la lectura, la otra semejanza fue el amor al deporte, ambos admiraban el futbol, el rugby y a todas las manifestaciones deportivas en general, y el otro punto que los acercó mucho fueron las ansias por viajar y conocer.

Ya ambos habían viajado por su país y Ernesto había hecho un viaje con el que ganó un premio al recorrer largos kilómetros en una bicicleta con un motor, concebida para cortas distancias.

En muchas ocasiones, viviendo en Santiago de Cuba donde Alberto Granado se desempeñaba como maestro fundador de la Escuela de Medicina, Ernesto Guevara visitaba mi casa con cierta frecuencia, pero decir que recuerdo aquello con claridad sería mentir, yo era muy niño.

La imagen que tengo de conocer al Che es la de mi generación, la tristeza del pueblo cuando se supo de su asesinato, y no puedo negar que ver a mi padre triste, como nunca, me hizo comprender qué significaba esa amistad y quién era ese amigo que visitaba la casa, para mí no tenía mucha significación hasta ese momento.

Ese momento me marcó, su trascendencia y su influencia en mi padre, lo que transmitió a cada uno de sus hijos con las exigencias que se hacía él mismo, eso nos fue creando los principios hacia la Revolución y actuar en consecuencia.

Por mi padre conocimos del amor al trabajo voluntario, del desinterés por las cosas materiales y de otros valores de quien siempre quedó marcado como el amigo del Che, eso para él era un compromiso y una gran responsabilidad.

A mi padre le costó mucho trabajo que lo reconocieran como el amigo del Guerrillero, pero reconoció que era necesario humanizar su imagen, darlo a conocer como un hombre de carne y hueso, y a quien sí se puede imitar.

El lema que identifica a la Organización de Pioneros José Martí “…seremos como el Che” no es algo imposible de logar, como él se puede ser, eso se lo explicó mi padre  muchas veces a los jóvenes, les decía que si eran buenos lectores se podían acercar a su figura, si eran honestos, si era buenos hijos, buenos trabajadores y poseían otras cualidades importantes, entonces estarían más cerca del Che.

¿Cuánto ha influido en su proyección social y laboral la enseñanza de su padre en relación con el Che?

Muchísimo. He tratado de leer y estudiar lo más posible la obra de Ernesto Che Guevara, porque creo que es importante para la conformación de una sociedad nueva y de un hombre nuevo que no va a surgir de manera espontánea, sino que hay que formarlo sobre la base del ejemplo.

Influyó también en orientarme vocacionalmente, ese ejemplo de aceptar los retos de la Revolución cubana y ser consecuente con el proceso me hizo decidirme por la pedagogía en el momento en que se creaban las Escuelas en el Campo, en las que se necesitaban jóvenes dispuestos a trabajar.

Las enseñanzas del ejemplo familiar, la modestia, el sacrificio sobre las cosas que se puedan logra y muchas otros valores aprendidos del Che a través de mi padre, han marcado mi vida.



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