Hace exactamente cuatro décadas se fundó el sistema de Casas de Cultura, estructura institucional comunitaria destinada al desarrollo del gusto
estético en los diferentes grupos de edades de barrios y localidades.
Muchos han sido los artistas que dieron sus primeros pasos en estas
instituciones llamadas a convertirse en el principal centro cultural de la
comunidad, todos guiados de la mano de instructores que a lo largo de los años
se han esmerado en hacer de esta una labor digna.
Con uno de los protagonistas de esta noble tarea dialogamos hoy, su nombre
Humberto Rodríguez García, profesor-instructor de Teatro en la Casa de Cultura de Calzada y
8, en la que creció y se ha desarrollado el grupo Olga Alonso, que dirige.
¿Por qué ha permanecido 38 años
dentro del sistema de Casas de Cultura?
Porque fue lo que estudié hace medio siglo y nunca he abandonado la
profesión, he trabajado en varios municipios del país pero siempre como
instructor de teatro.
Es una profesión que abracé y mantendré mientras tenga fuerza y lucidez
para hacerlo.
¿Cuáles son las principales
motivaciones para su trabajo?
Los aficionados, es un lugar donde se reúnen personas de todos los grupos
de edades, que acuden en busca de satisfacer sus expectativas.
Prepararlos y verlos crecer como artistas es una de las más grandes
satisfacciones que he tenido, a muchos los he visto salir de aquí para la
enseñanza artística y luego hacerse profesionales de alto valor, eso me hace
sentir realizado.
Muchos de los alumnos que formó
ahora son reconocidos actores de la escena cubana, puede mencionar algunos.
Para mí no es muy cómodo hablar de los alumnos que han obtenido éxitos,
porque realmente ahora hay una nueva generación de talentosos jóvenes, pero sé
que a veces es necesario remitirse al pasado para ver los frutos de nuestra labor.
Entre los discípulos que mayor éxito han tenido en su labor como actores
destacan Corina Mestre, la primera alumna que tuve con solo quince años,
después llegaron otros como Jorge Perugorría, Bárbaro Marín, Catia Caso, Laura de la Uz y muchos otros que me hacen sentir orgullo cuando disfruto de su quehacer
en la televisión, el cine y el teatro.
¿Cuánto ha cambiado el sistema de
Casas de Cultura desde su fundación hasta la fecha?
Ha cambiado mucho, en los inicios existía un amplio vínculo entre la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) y la
Brigada Raúl Gómez García a la que pertenecíamos los jóvenes artistas
aficionados, desde todas las manifestaciones.
Con ese grupo conocimos el país y llevamos nuestro incipiente arte a todas
las provincias, durante un mes del año, eso constituía una motivación especial
para los que en aquel entonces éramos jóvenes. La Brigada nos permitió
intercambiar con músicos como los de los
grupos Moncada y Mangüaré entre otros.
En esos recorridos siempre estaba presente el grupo Olga Alonso, lo que
constituía un estímulo para los aprendices, al tiempo que aportaba un amplio
reconocimiento en el país.
Esa fue una época preciosa que se ha perdido, después de los duros años de
los 90 todo ha cambiado , se mantienen las Casas de Cultura con el mismo
programa, pero esos estímulos desaparecieron, como lo han hecho muchas otras
cosas que motivaban a instructores y alumnos.
Entre las cosas que ha perdido el sistema destaca el Festival Obrero, un
encuentro en el que participaban los grupos y solistas, todos los años y en los
que siempre resultábamos premiados. Eso también era motivo de satisfacción para
los artistas de las Casas de Cultura ya que se intercambiaba con aficionados de
todas las artes.
Ahora se producen festivales municipales de menor envergadura, como el
concurso de creación “Olga Alonso” que yo mismo creé, pero la etapa dorada
pasó.
Actualmente muchas personas que
se dedican al trabajo no estatal imparte clases de arte en sus hogares. Esto
constituye un peligro para el sistema de Casas de Cultura.
El gobierno ha dado una posibilidad para el trabajo por cuenta propia en
las manifestaciones artísticas, a lo que no me opongo, pero si a los que engañan
y lo hacen solo por dinero, sin vocación ni todos los conocimientos.
Pensé que en el momento de autorizarse estas actividades lo harían con base
en una calificación y un currículum que avale el conocimiento y la capacidad
para desarrollar la actividad, porque el buen arte no permite improvisaciones.
En contradicción con ello, cualquiera que se gradúa puede obtener la
autorización, y creo que eso no es bueno para el arte, constituyendo un freno.
¿Cómo le gustaría ser recordado
por sus discípulos?
Como un profesor que amó el teatro con pasión.
¿Qué recomienda para el sistema
de Casas de Cultura?
Que sigan fortaleciendo su trabajo, que surjan más espacios como estos
porque este es un pueblo muy preparado para todas las manifestaciones, y las
nuevas generaciones de actores, músicos y artistas de la plástica tienen un
talento extraordinario que debe ser puesto en función de la comunidad.
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