lunes, 14 de diciembre de 2015

Para los que trabajan por amor al arte



Foto: Jorge Luís Sánchez Rivera

Laborar por y para el arte implica compromiso, entrega, sacrificio y dedicación, lleva intrínseco sobreponerse al dolor para hacer reír, tener agudeza en la visión y el olfato para identificar la belleza quizá en lo más imperceptible, renunciar al goce personal para entregarse al de muchos, por eso cada catorce de diciembre se celebra en Cuba el Día del Trabajador de la Cultura.

La fecha se corresponde con el aniversario del natalicio de Raúl Gómez García

Especiales son los dotados con el talento necesario para arrancar una lágrima desde  la pantalla del cine o el televisor, desde detrás de un piano o con la pluma.

“La cultura es escudo y espada de la nación”, sentenció Fidel Castro en justo reconocimiento  a quienes defienden lo más genuino de las tradiciones sin claudicar ante lo foráneo por contagioso que sea, cual escudo defensor de la identidad nacional.

Pero de igual manera, en mi opinión, esta sentencia abriga a los nuevos, quienes sin olvidar sus raíces se lanzan por derroteros escabrosos para apegarse a las nuevas sonoridades, a lo más contemporáneo de la danza y a las maneras más novedosas del espectáculo, cual espadas que abren nuevos horizontes.

En las Casas de Cultura, sorteando obstáculos inimaginables, afrontando carencias e incomprensiones; en las academias de arte donde no están todas las condiciones materiales pero si el deseo, la entrega y la responsabilidad ante el futuro.

En la escena internacional granjeándose lauros que nadie puede negar a pesar de los pesares, los trabajadores de la cultura cubana son dignos herederos de del poeta de la generación del centenario.

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